Coventosa.
Con la intención de hacer la famosa travesía Cueto-Coventosa llevábamos tiempo preparándonos, pero “el tiempo”, el de las isóbaras, nos hizo cambiar de planes. La posibilidad de encontrar Coventosa en inundación hizo variar lo previsto. Ahora recorreríamos Coventosa hasta donde nos dejara…y nos dejó todo lo que quisimos, por qué a pesar de lluvias de los días anteriores y la nieve acumulada en las cumbres, ya al pasar por La Cuvera (Surgencia por donde se alivia todo el agua del sistema de Coventosa), vimos como el caudal de agua que portaba no era el esperado. Así que accedimos con el equipo y los neoprenos, Ion, Gorka, Roberto y yo, a la gran boca de Coventosa desde el barrio de Val de Asón del municipio de Arredondo. La llaman Coventosa, dicen, porque al acercarse a ella un día caluroso de verano desde lejos ya se nota su aliento. Nos adentramos a esta por el pasamanos que asegura una profunda grieta y nos lleva a la rampa de un pozo de 15 metros donde instalamos la oportuna cuerda que nos desciende a un gran bloque y a un rápel corto que nos baja al segundo piso de la cavidad, desde donde, tras pasar un amplio laminador para descender nuevamente asegurados con cuerda a la famosa sala de las columnas, trepar a la sala de los fantasmas, la de los lapiceros y el espejo. De ahí, vuelta para entrar-descender a la galería de los lagos. Progresando a buen ritmo con los neoprenos puestos, la sudada es considerable. Superamos los gours, nadamos por los lagos, saltamos las marmitas… hasta el pasamanos y tirolina del último lago que nos deja en la galería del agujero soplador. Comimos bajo la corriente del agujero soplador para volver sobre nuestros pasos y explorar completamente la galería arcillosa y de las excéntricas (sin rastro de las excéntricas, no las encontramos…) y volver. Al final, ocho intensas horas de marcha a través de Coventosa que nos dejaron muchas ganas de volver y hacer la travesía completa.